Seguro que ya has oído hablar de la aerotermia. Cada vez más gente la instala en casa porque combina lo mejor de dos mundos: confort y ahorro. Calienta en invierno, enfría en verano y da agua caliente todo el año. Y además lo hace con energía renovable. Suena perfecto, ¿verdad?
Lo es, pero hay un detalle que lo cambia todo: cómo se dimensiona la instalación. Es decir, elegir la potencia adecuada de la bomba de calor y adaptarla a tu vivienda y a tu forma de vida.
¿Por qué es tan importante?
Porque si se calcula mal, aparecen los problemas: consumos eléctricos que se disparan, habitaciones que nunca llegan a la temperatura, máquinas que trabajan al límite… y lo peor, que muchas veces no se nota al principio. A los seis meses o al año, empiezan las sorpresas en la factura o las averías.
Por eso, hoy queremos contarte, con toda claridad, cuáles son los errores más habituales al dimensionar una aerotermia y, sobre todo, cómo evitarlos.
Índice de contenido
¿Por qué el dimensionado es clave?
Cuando alguien nos pregunta qué significa “dimensionar una aerotermia”, solemos explicarlo así: es como elegir un coche. Si compras uno demasiado pequeño para tu familia, irás incómodo y forzado. Si compras un camión gigante para ir a por los niños al colegio, gastarás más de la cuenta y será poco práctico.
Con la aerotermia pasa igual. Hay que encontrar el punto exacto entre potencia, eficiencia y confort.
La relación entre potencia, eficiencia y factura
Un equipo bien dimensionado consigue tres cosas muy simples:
- Trabaja en su rango óptimo de eficiencia, es decir, consume lo justo para darte confort.
- No está encendiéndose y apagándose a cada rato, con lo cual dura más años.
- Te garantiza un confort estable, sin cambios bruscos de temperatura.
En cambio, cuando el cálculo falla, se nota en dos sitios: en el bolsillo y en la comodidad de casa.
- Si el equipo es pequeño, no llega a cubrir la demanda y se ve obligado a trabajar a máxima potencia. Eso significa ruido, consumo alto y, al final, habitaciones frías.
- Si es demasiado grande, tampoco es buena idea: funcionará a saltos, con los famosos “ciclos cortos”, gastando más electricidad de la necesaria y acortando la vida útil del compresor.
En resumen, ni grande por seguridad ni pequeño por ahorrar. Lo correcto es que encaje contigo y con tu vivienda.
El confort no es solo cuestión de temperatura
Muchas veces pensamos que el confort se mide en grados, pero no es así. También influye la humedad, la estabilidad en el calor, la ausencia de ruidos o corrientes. Y aquí el dimensionado vuelve a ser decisivo.
Un sistema mal calculado puede provocar justo lo que no queremos:
- Habitaciones frías y otras recalentadas.
- Arranques constantes de la máquina que hacen ruido.
- Cambios bruscos de temperatura.
Y lo peor: el desgaste del equipo. Un compresor forzado vive menos años, y no hablamos de meses, sino de perder varios años de vida útil.
Sobredimensionar vs quedarse corto
Hay dos extremos, y ninguno es bueno:
- Quedarse corto significa que la bomba no tiene fuerza suficiente en los días fríos. Resultado: acabas usando resistencias eléctricas de apoyo (que gastan muchísimo) y aun así tu casa no está a gusto.
- Sobredimensionar parece una apuesta segura (“mejor que sobre”), pero no lo es. Pagas más por un equipo que no aprovechas y encima funciona mal: más ruidos, más desgaste y más consumo de lo necesario.
Por eso siempre decimos: el punto óptimo está en el equilibrio.
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Errores más comunes al dimensionar una aerotermia
1. Calcular solo por metros cuadrados
Este es el clásico. Una vivienda de 100 m² no siempre necesita la misma potencia. Te pongo un ejemplo real: instalamos aerotermia en dos viviendas de superficie casi idéntica. Una era un ático en Valencia con orientación sur y ventanales grandes. La otra, una planta baja en Albacete con orientación norte y pocas ventanas. Ambas tenían 100 m², pero la carga térmica era completamente distinta.
Cómo evitarlo: además de los metros cuadrados, hay que mirar la altura de techos, la orientación, el soleamiento y cómo está distribuida la vivienda.
2. No hacer cálculo por estancia
Otro error habitual es calcular “a ojo” la potencia total de la casa, sin entrar habitación por habitación. ¿Qué pasa entonces? Que en invierno tienes el salón a 24 ºC pero el dormitorio a 18 ºC. Y claro, el equipo se vuelve loco intentando compensar.
Cómo evitarlo: calcular pérdidas térmicas por estancia y elegir bien los emisores de cada una. Hoy existen programas como CYPE o EnergyPlus que permiten simular todo eso con precisión.
3. Ignorar el aislamiento
Aquí podríamos resumirlo en una frase: no es lo mismo climatizar una casa bien aislada que una coladero de calor. Una vivienda antigua, con ventanas de aluminio y sin aislamiento en fachadas, puede necesitar el doble de potencia que otra de nueva construcción con normativa actual.
Cómo evitarlo: antes de elegir la bomba de calor, conviene revisar la envolvente. A veces cambiar ventanas o aislar una cubierta reduce tanto la demanda que incluso puedes instalar un equipo más pequeño y eficiente.
4. Confiar solo en catálogos de fabricantes
Los catálogos muestran datos en condiciones ideales (A7/W35, A2/W55…), pero esas condiciones no siempre se parecen a la realidad de tu clima. En Madrid o Burgos, por ejemplo, los inviernos bajan de 0 ºC, y el rendimiento de la máquina no será el mismo que en la ficha técnica.
Cómo evitarlo: mirar siempre el SCOP, consultar las tablas de rendimiento a distintas temperaturas y comparar con el clima real de tu zona.
5. No revisar los emisores existentes
La aerotermia funciona genial con baja temperatura, pero si tienes radiadores antiguos pensados para caldera de gas a 70 ºC, el resultado no será el esperado.
Cómo evitarlo: hacer un inventario de emisores y comprobar si son compatibles. Suelo radiante y fancoils son ideales; radiadores convencionales, no tanto (a veces hay que sustituirlos).
6. Pasar por alto las pérdidas de carga hidráulica
Es un detalle muy técnico, pero importa: las tuberías ofrecen resistencia al paso del agua. Si el diseño no está equilibrado, la bomba trabaja de más, gasta más y se desgasta antes.
Cómo evitarlo: dimensionar bien diámetros, equilibrar el circuito y usar bombas de circulación adaptadas.
7. No adaptarse al usuario
Este es quizás el más humano de todos. Una segunda residencia no necesita la misma programación que una vivienda habitual. Y no es lo mismo una familia que teletrabaja todo el día que una pareja joven que solo usa la casa por la noche.
Cómo evitarlo: escuchar al usuario, conocer sus rutinas y adaptar la instalación a su estilo de vida.
Colaboramos con el medio climatización y confort en un artículo relacionado sobre los errores comunes al dimensionar una bomba de calor en viviendas de 100 m2.
Cómo dimensionar una aerotermia de forma correcta
El paso decisivo: hacer las cosas bien desde el principio
Ya vimos cuáles son los errores típicos. Ahora toca lo más importante: cómo hacerlo bien. Y aquí no hay fórmulas mágicas del tipo “X kW para tantos metros cuadrados”. Lo que funciona es un método serio, que mezcla cálculo técnico, análisis de la vivienda y algo que nunca falla: escuchar a la persona que va a vivir allí.
1. Conocer la vivienda a fondo
Antes de hablar de potencias, hay que mirar la casa con lupa. Igual que un médico no receta sin hacer pruebas, nosotros no recomendamos un equipo sin saber cómo es el edificio.
- Envolvente: si una fachada o un tejado no están bien aislados, por ahí se escapa medio confort.
- Puentes térmicos: esos rincones, marcos y esquinas donde notas frío en invierno… también cuentan.
- Orientación: ¿el salón recibe sol directo toda la tarde o casi nada? Marca la diferencia.
- Ventilación: hay casas que parecen tener “corrientes fantasma”. Eso también afecta.
Muchas veces, con este diagnóstico descubrimos que cambiando unas ventanas o aislando un techo, se puede instalar una máquina más pequeña y ahorrar miles de euros en la factura durante años.
2. Calcular las cargas térmicas por habitación
Este paso es clave. No sirve con decir “son 120 m², pues hacen falta tantos kW”. Esa cuenta simplista es la que provoca la mayoría de problemas.
Lo que hacemos es calcular qué necesita cada habitación:
- En invierno, medimos las pérdidas de calor por muros, techos y ventanas.
- En verano, las ganancias solares. Un dormitorio al oeste con ventana grande puede convertirse en un horno si no lo tienes en cuenta.
- Y luego está la carga interna: personas, luces, electrodomésticos… todo suma.
Con esto obtenemos un mapa de la vivienda. Y ahí es cuando sabes si tu salón necesita 3,5 kW y tu dormitorio solo 0,8.
3. Elegir el equipo pensando en la vida real
Una vez tenemos las cargas, toca seleccionar la bomba de calor. Aquí es donde muchos se equivocan: mirar solo el catálogo. Pero la vida real no siempre coincide con esas condiciones de laboratorio.
Por eso, miramos cosas como:
- El SCOP, que refleja el rendimiento real durante el año.
- El clima local: no es lo mismo instalar en Alicante que en Burgos.
- La demanda de agua caliente: en una familia de cinco, las duchas pueden consumir tanto como la calefacción.
- Incluso la altitud, porque sí, influye en el rendimiento.
4. Revisar emisores y diseño hidráulico
La aerotermia funciona de maravilla a baja temperatura (35-45 ºC). Pero claro, si tienes radiadores antiguos pensados para caldera de gas a 70 ºC… ahí está el choque.
- Con suelo radiante, la aerotermia es como pez en el agua.
- Con radiadores, va genial con algunos ajustes.
- Y los fancoils son un gran aliado si quieres frío y calor con el mismo sistema.
Además, hay que diseñar bien la hidráulica: equilibrar caudales, reducir pérdidas de carga, añadir depósito de inercia si hace falta. Todo eso es invisible para el usuario… hasta que falla.
5. Escuchar al usuario
Aquí viene lo más importante: no todas las familias viven igual. Y eso cambia el diseño.
- Si es una segunda residencia, el sistema debe arrancar rápido.
- Si teletrabajáis, necesitáis confort estable todo el día.
- Si hay personas mayores, priorizamos la facilidad de uso y un calor constante.
- Y si sois familia numerosa, habrá que pensar bien en el agua caliente.
En resumen: no diseñamos para una casa, diseñamos para las personas que la habitan
¿Qué pasa si no se dimensiona bien?
Los problemas no tardan en aparecer. Y los hemos visto muchas veces:
- Facturas que se duplican.
- Ciclos cortos con ruidos y desgaste.
- Habitaciones calientes y frías a la vez.
- Averías prematuras en compresores.
- Y la peor consecuencia: la sensación de que “la aerotermia no funciona”, cuando en realidad lo que falla es el cálculo.
Lo que hemos aprendido en Grupo Aplus
Después de miles de instalaciones, hay lecciones claras:
- Olvida las fórmulas rápidas.
- Haz siempre un cálculo térmico detallado.
- Revisa el aislamiento antes de elegir máquina.
- Asegúrate de que los emisores sean compatibles.
- Consulta siempre el SCOP, no solo el dato bonito de catálogo.
- Escucha al usuario: sus rutinas marcan la diferencia.
- Y nunca caigas en el “más grande es mejor”. Con la aerotermia es justo al revés.
Conclusión
Dimensionar bien una aerotermia no es cuestión de suerte, es cuestión de método y experiencia. Cuando se hace bien, la instalación cumple lo que promete: confort, eficiencia y tranquilidad durante años. Cuando se hace mal, llegan los problemas.
En Grupo Aplus llevamos años ayudando a familias a dar el salto a la aerotermia con éxito. ¿Quieres evitar errores y asegurarte de que tu sistema funcione como debe?
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